Ayer fue un día de
esos, vamos a llamarlo bonito, y lo bonito pasó en cinco minutos, y
esos cinco minutos tenían el valor de veinticuatro horas.
La enfermedad de mi
madre sigue su curso, y en curso estamos los cuatro, quizás mi padre
va un curso atrasado pero tiene todo el derecho a seguir su ritmo.
Yo estaba en la
cocina, preparando peixet com diu mon pare, mi madre sentada en el
comedor esperando, mirando sus uñas recién pintadas. Hacia un rato
que habíamos hecho el ritual del baño, con olor a crema y recién
peinada ella esperaba.
Mi padre pasó por su lado y le dijo: qué
guapa estás!!! Mi madre le responde tú eres hermoso!
Dejo lo que estoy
haciendo, sonrío, me quedo quieta como si el tiempo estuviera
inmóvil.
Oigo a mi padre
sonreír, porque sé que está sonriendo y esa sonrisa, se puede
escuchar.
Mi padre le dice: tú
más! Y mi madre en una carcajada le responde: vale!
Qué cinco minutos
más bonitos.
De repente fue como si mi ropa fuera grande, yo pequeña
y no llegara al mármol de la cocina. De repente es domingo por la
mañana, mi padre con el radiocasete en la mano se dirige al baño,
es la hora. Y empieza a sonar Boney M.
Qué cinco minutos
más bonitos.
Mi padre vuelve a la
cocina y me dice: ayyyy perla, cuando la veo así… no acaba la
frase, no hace falta, le abrazo. Solo le digo que cinco minutos así
es un regalo y damos gracias, a quién no sé, pero damos gracias.
El sopar està
preparat, surto de la cuina emocionada.
Mama, me voy para
casa.
Vale sí, que no se
te haga tarde, cariño de la madre cuando llegues llamas. Ten
“cuidaíto “
Y en esos cinco
minutos pasé un gran día.