jueves, 15 de noviembre de 2018

Cinco minutos



Ayer fue un día de esos, vamos a llamarlo bonito, y lo bonito pasó en cinco minutos, y esos cinco minutos tenían el valor de veinticuatro horas.

La enfermedad de mi madre sigue su curso, y en curso estamos los cuatro, quizás mi padre va un curso atrasado pero tiene todo el derecho a seguir su ritmo.

Yo estaba en la cocina, preparando peixet com diu mon pare, mi madre sentada en el comedor esperando, mirando sus uñas recién pintadas. Hacia un rato que habíamos hecho el ritual del baño, con olor a crema y recién peinada ella esperaba. 
Mi padre pasó por su lado y le dijo: qué guapa estás!!! Mi madre le responde tú eres hermoso! 

Dejo lo que estoy haciendo, sonrío, me quedo quieta como si el tiempo estuviera inmóvil.
Oigo a mi padre sonreír, porque sé que está sonriendo y esa sonrisa, se puede escuchar.
Mi padre le dice: tú más! Y mi madre en una carcajada le responde: vale!
Qué cinco minutos más bonitos. 

De repente fue como si mi ropa fuera grande, yo pequeña y no llegara al mármol de la cocina. De repente es domingo por la mañana, mi padre con el radiocasete en la mano se dirige al baño, es la hora. Y empieza a sonar Boney M.

Qué cinco minutos más bonitos.
Mi padre vuelve a la cocina y me dice: ayyyy perla, cuando la veo así… no acaba la frase, no hace falta, le abrazo. Solo le digo que cinco minutos así es un regalo y damos gracias, a quién no sé, pero damos gracias.
El sopar està preparat, surto de la cuina emocionada.
Mama, me voy para casa.
Vale sí, que no se te haga tarde, cariño de la madre cuando llegues llamas. Ten “cuidaíto “
Y en esos cinco minutos pasé un gran día.
 

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