martes, 31 de enero de 2017

Soltando el freno

Acabo de llegar de vacaciones, estuve en un lugar que hablan de él poetas y canciones. He tenido tiempo de reír, mucho. He tenido tiempo de impregnar mis retinas de paisajes, he tenido tiempo de suspirar y entrar en un hipnotismo máximo mirando el crepitar del fuego.
He tenido tiempo de comer, mucho. De beber, quizás también mucho.
He tenido tiempo de disfrutar de la mejor compañía, sin tregua, sin compromiso. He tenido tiempo de ver estrellas, muchas. De ver nevar y hacer bolas de nieve, de la que tiras y en el tiempo-espacio de su trayectoria te partes en carcajadas.
Pero de lo que más he tenido tiempo, sin darme cuenta, es que he quitado el pie del freno. Me di cuenta después, al sentir el  dolor y la tensión acumulada de estar con el freno puesto.

Hacemos lo que podemos, pero yo, que  voy de la lista del grupo  me exijo más de lo que puedo. Supongo que el cansancio y el tener tiempo sólo para disfrutar y escucharme me ha hecho bailar a otro compás. A otro ritmo, con una melodía que me permite dejarme llevar.

Acabo de llegar de vacaciones y es como si hoy empezara un nuevo curso para mi. Estreno libreta y boli, estreno esa sensación tan chula, mezcla de optimismo por empezar algo nuevo, y tristeza por añorar lo que terminó.
Acabo de llegar de vacaciones y sonrió  cuando pienso en el súper coche dónde viajé, un R6, para los amigos el Punkomovil, para mis compañeros de viaje que iban en otro coche, era el coche de los Alcántara.
 Y en ese coche he visto una puesta de sol dibujada para mi, dedicada exprés para ayudarme a soltar el freno, con unos colores de la gama “no todo está en tus manos”. Una puesta de sol irrepetible.


Acabo de llegar de vacaciones y estoy agradecida, de que mis padres me echaran de menos y tuvieran ganas de verme, agradecida de tener ganas de ver a mi familia, agradecida de haber ido y vuelto de vacaciones.
Acabo de llegar de vacaciones, iba  camino Soria, y el Duero me ayudó a soltar el freno.

martes, 17 de enero de 2017

Pretèrit imperfecte


De vegades,hi ha un moment en el dia , que et penses que tothom està confabulant perquè el dia sigui sospitosament un preterit imperfecte, unes accions que van començar en el passat i que poden no haver finalitzat...

Aquests dies he de generar un pensament que em situï en el present, un pensament què, com un «ibuprofeno», m’ajudi a diluir la ressaca. 

El poder del pensament. Hi crec, perquè som el que el pensem. 

Jo penso que de vegades vivim més les històries en el nostre cap que fora, de fet les pitjors discussions, les frases més dures, els diàlegs més desitjats tenen lloc en el nostre cervell, enmig dels pensaments que fan aquests guions. 

Ara, intento algun dia, perquè encara no puc fer-ho cada dia, generar un pensament en present. He de dir que el preterit imperfecte insisteix, però estic segura que l’entrenament em farà inclòs inventar una nova conjugació: el perfecte-avui.

Avui, mentrestant, escric aquest pensament per tal de que no quedi sol en el meu cap, per tal de donar-li expressió, de no convertir-lo en monòleg intern, en pensament circular, i fora, veure si es capaç de continuar amb la mateixa intensitat.
M’agrada la conjugació perfecte-avui.

Avui és dimarts, fa fred, però ara ja no el noto.

viernes, 13 de enero de 2017

Ni hablar del peluquín


De petita no tanto, pero de mayor cuando pienso en las expresiones que utiliza mi padre no puedo más que sonreír. 

En sus suspiros suele aparecer: “ai senyor de la caña i el peixet”. Cuando le pregunto a quién se refiere el contesta un simple: la verdad es que no lo sé. Lo que yo si sé es que de pequeño su padre se lo llevaba a pescar para que estuviera quieto y en silencio. Puede que de esas horas de pesca le venga ese suspiro

Ahora mi padre no me riñe, quizás a veces, soy yo quién le llama la atención por actos que ponen en peligro su bienestar, le llamo la atención porque tengo miedo, porque no quiero que se haga daño. No os parece feroz la paradoja? 

Bueno, pues de siempre, mi padre a las tres dones que te a casa ens ha anomenat perles. Incluso cuando me reñía, acompañaba la reprimenda con un perla. Así es mi padre. Un osito grande.
Son muy fan de las expresiones de mi padre. 

El “no”, también está en el ranking por ir acompañado de una súper expresión, cuando mi padre decía que no, ahora casi no lo dice, decía: ni hablar del peluquín!!! Y para darle mayor énfasis acompañaba esas palabras con un movimiento seco a dos tiempos con la cabeza: giro a la derecha, giro a la izquierda.
Soy fan de mi padre por su tenacidad que antes se manifiesta en cabezonería. Soy fan de su discreción, de su dulzura, de esa carraspera que se provoca para disimular la emoción que le fluye por los ojos.
Soy fan de sus manos, grandes y siempre calentitas, de sus abrazos. Soy fan de sus mimos y de su risa, sobretodo de su risa porque mi padre se ríe como el perro pulgoso, el risitas.
 Verlo reir son vitaminas para mi.

Pessigolles de divendres 

lunes, 9 de enero de 2017

cosas del siete

Me gusta el siete. Y este año acaba en siete.

Para Pitágoras, aunque no sé porque, es el número perfecto, un  número cósmico. Para Blancanieves también.

El siete anda suelto en un montón de cosas y podría enumerar cosas asociadas al  siete, bueno, de hecho, lo voy hacer: los siete mares del mundo, los días de la semana, las vidas de un gato, los siete magníficos,  siete de copas que son amigos y cantan y eso,  los pecados capitales, la serie siete vidas, me encantaba la Sole,  y aunque hay más, acabo con el que más me gusta, el de Dante, el séptimo cielo, que aunque para el es una alegoría a la sabiduría, para mi, es el cielo del gustirrinin, del placer, de lo más de lo más. Estoy muy a favor de este de cielo porque si lo rozas es que estas en zona hedonista, o algo parecido. Bueno esa es mi versión.
Y con esto he decidido que este año mi amuleto es el siete. Me gusta, no siempre, tener un amuleto al que responsabilizar de mi buena  suerte y culpabilizar de mi mala suerte.
Duermo más tranquila, y no tengo que pensar y reflexionar sobre el qué y el cómo de algunas cosas. La culpa es del amuleto. Aunque sólo lo activo para algunas cosas, me va bien despreocuparme sabiendo que llevo mi amuleto.
Así pues que se prepare el siete, le espera un año divertido, le esperan logros artísticos, decepciones de amor, devoluciones de primitiva (no quiero presionarlo pidiéndole el súper bote), sorpresas que ni el siendo amuleto se espera.
Le esperan lágrimas y risas, sudar en mi mano en algún avión, besarlo impulsivamente porque se esforzó en algo y lo superó.
Si yo fuera siete estaría super nerviosa.

Por cierto, el siete de junio cumpliré 47, así que, recordarme que ese día, compre un siete. Ésta vez sí.

martes, 3 de enero de 2017

Cambio de sentido

No quiero dar sentido a las cosas que no lo tienen, estoy cansada, pero cuando una cosa no tiene sentido, a veces, y sólo a veces, da sentido a otra. O al menos eso es lo que intentan hacer las conexiones eléctricas de mi cabeza

Dar sentido, “to give meaning to”, “avoir du sens”.
Encontrarle “sentido” a algo según el Sr. Enciclopedia significa que se ha producido un cambio cualitativo en la mente, que se ha encontrado  o percibido una nueva perspectiva de algo; y puedo añadir que, dar sentido a veces, es una supervivencia, un salvavidas para paliar algo que ha sucedido y no debería haber pasado, algo que te han dicho y no deberías haber escuchado, algo que siempre has dicho que no harías y lo has hecho…

Dejar algo sin darle sentido, aceptar que ha pasado sin más, es difícil porque acostumbra a venir de la mano de una disociación, y la disociación no deja de ser un alejamiento de la realidad, de tú realidad. Creo que a veces le doy un sentido a cosas que no entiendo como mecanismo de autodefensa. Y así, creo que he llegado a ser cinturón negro en esa lucha. Y el cinturón me aprieta, aunque sea el cinturón de practicante avanzado.

Es muy cansino dar sentido a todo lo que no está a nuestro alcance, así que voy a intentar desnudar mi cinturón y, eso sí, con estilo, liberarme.

Voy a intentar, de una vez, porque  ya tengo  edad, de aceptar que no tengo el control de todo, que hay cosas que no les puedo dar “un sentido” para ajustarlas a mis necesidades.

Porque a veces pasas de  lo fácil a lo difícil, de lo estable a lo inestable, de lo simple a lo complicado, de lo que piensas a lo que haces, a veces y sólo a veces se llega sin sentido.… y no pasa nada. Y cambias de sentido.