martes, 25 de julio de 2017

Aquí huele a sandía

La sandía huele calor, a verano, a vacaciones, a niños y niñas gritando en la playa, a padres gritando también. Huele a noches densas, a días largos, huele a empacho por comer algo fresquito. Huele a infancia, a postre con corazón. Ese corazón que lo cortabas para saborearlo y oír a la vez a tu madre decir: que sea la última vez que haces eso! Has deformado la sandía. Y yo me la miraba. Una sandía con el corazón roto. No se deforma, simplemente era una sandía con el corazón roto
Llevo días que huelo a sandía, me huelo a mi misma y huelo a sandía. Y me da un no sé qué pensarlo porque imagino a la sandía sin el corazón..... pero sé que está intacto, porque desde pequeña que no corto el corazón de la sandía. Corto la sandía respetando cada tajada, con un corte regular.

No destrozo el corte, y me como el corazón como debe ser: un milímetro en cada rodaja.


No sé porque huelo a sandía, pero me están entrando ganas de comprar una sandía y con una cuchara, comerme el corazón.
Y pienso que debo hacerlo, hay que hacer más caso al corazón, y más, si es de sandía.